Tras pasar a la historia como creador de Tinto Pesquera, Alejandro Fernández ha seguido buscando los mejores viñedos de Tempranillo para mostrar al mundo las bondades de esta uva autóctona. Descubran ahora El Vínculo el Gran Reserva, 'top' de su bodega manchega. Alejandro Fernández es uno de los bodegueros más reconocidos del vino español allende nuestras fronteras. Desde sus dominios vallisoletanos de Tinto Pesquera, ha venido mostrando al mundo las bondades de nuestra uva autóctona por antonomasia, la Tempranillo, que tan bien domina. Pero su incansable empuje y tesón le llevaron a emprender nuevos proyectos en diferentes zonas de producción, La Mancha es la última de ellas, donde fundó su bodega El Vínculo a finales de los noventa. Para producir este "vino de pago" que les presentamos, Alejandro requería primero encontrar una finca capaz de otorgar la mejor expresión de la Tempranillo. Y encontró lo que buscaba en El Paraje La Golosa, sito en Campo de Criptana (Ciudad Real), un viñedo de cepas viejas y racimos pequeños que encierran en sus entrañas la sabiduría de la tierra. De esta finca nace El Vínculo Paraje La Golosa 2003, el mejor Gran Reserva de la D.O. La Mancha, y el vino ‘top’ de la bodega. Se vinifica en las mejores añadas, como ésta 2003, en la que tan sólo se han producido 15.000 botellas. Con esta edición limitadísima, La Mancha abandona su modesta fama y se sitúa con orgullo en el mapa de los vinos de élite. Ficha de cata de El Vínculo Paraje La Golosa Gran Reserva 2003. Se presenta a la vista con un intenso color rojo-granate con bordes de la misma tonalidad. En nariz despliega, en principio, aromas de reducción que dan paso a elegantes recuerdos especiados de finas maderas con toques de fruta compotada, un grato fondo tostado y un sugerente final de regaliz. En boca entra redondo, con fruta madura bien marcada y elegantes taninos que provocan un aterciopelado discurrir; resultando un conjunto envolvente y de largo final con una retronasal en la que los elegantes recuerdos de reducción se funden con matices de cedro, el regaliz que marcaba la nariz y los toques de cacao.
Etiqueta artística que representa la finca situada junto a los molinos de Campo de Criptana.