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Un hombre soltero

No existe ni existirá nada más humano y permanente que el dolor. La vida es un eterno camino de sufrimiento, una ruta desconocida, inhóspita, complicada hasta los límites de la desesperación. Sin embargo, si siempre hay algo permanente, es la lucha incesante de los seres humanos por tratar de encontrar la felicidad.

Un hombre soltero nos presenta la conmovedora historia de un hombre que lidia con el dolor de la viudez. El dolor y la soledad se convierten a lo largo de la trama en la historia principal, con una autonomía propia y absolutamente integrada en la actuación de un maravilloso y emocionante Colin Firth. Conocido por muchos por su faceta cómica (en películas como Love Actually o El diario de Bridget Jones), Un hombre soltero nos presenta a un renovado Colin. El film transforma a un enamorado americano trivial en un hombre complejo y maduro, en un hombre en su faceta más profunda, más humana, con el que nos reconocemos en un dolor dulce y profundo que no puede dejar a nadie indiferente.

La tristeza es la auténtica protagonista de la película. No hay una pretensión de crear una trama compleja e intrincada. Lo único complejo es la búsqueda permanente de un estado de ataraxia, de aponía; en el que no haya sufrimiento simplemente porque se ha cubierto ya un cupo de dolor. La película muestra las facetas de una vida deshecha, rota, en la que la posibilidad de recomponerse resulta del todo imposible. Y quizás es precisamente por eso por lo que el dolor se convierte en universal, por lo que se puede llegar a sentir en primera persona, porque destila emoción que se puede llegar a sentir en la propia piel…pero hay algo que siempre es más importante que el dolor: la necesidad de supervivencia. Lo único que queda son conatos, pequeños grandes esfuerzos por encauzar una vida completamente a la deriva en la que el amor y la amistad constituyen la única tentativa de supervivencia.

un hombre soltero

En su forma hay una cierta semejanza con tramas ya muy conocidas por los espectadores. Su construcción recuerda en ciertos aspectos a American Beauty. Es un estilo cuidado, estilizado, que pretende destacar, frente a cualquier otra cosa, la belleza. Es un alegato a la vida, un alegato a la esperanza, a la supervivencia. Es una muestra de la lucha interna del ser humano contra las adversidades del destino, una muestra de la absoluta necesidad del individuo de recomponerse para intentar ser feliz. Sin embargo, la felicidad no siempre llega como algo completa. Lo que nos queda, en muchas ocasiones, son tan sólo retazos de la felicidad absoluta. Pero qué es lo absoluto… si citamos a Cortázar nos encontramos con su definición más acertada: “lo absoluto viene a ser aquel momento en el que algo logra su máxima profundidad, su máximo alcance, su máximo sentido…” La vida, por tanto, es una sucesión de instantes en los que procuramos encontrarnos con la felicidad absoluta. Pero la felicidad absoluta no existe. Lo que hay son momentos, momentos de absoluta felicidad, de máxima profundidad, a través de los cuales nuestra vida se va sucediendo, se va rompiendo y recomponiendo, se va amargando y endulzando…y toda esa sucesión de momentos no es nada salvo vivir.

La vida es una lucha incesante por encontrar la felicidad. Ésta, por supuesto, aparece en millones de formas: en forma de éxito, en forma de conocimiento, en forma de amistad y por supuesto, en forma de amor… la mayor lucha consiste en buscar, en indagar, en encontrar qué forma de vida es la que hace más feliz. El resto, se deja a los azares de un destino que no siempre está de nuestra parte pero que día a día sigue ofreciendo la emocionante posibilidad de ser un poco más feliz.

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